martes, 24 de enero de 2012

EMMI PIKLER: MOVERSE EN LIBERTAD. DESARROLLO DE LA MOTRICIDAD GLOBAL.


De vez en cuando descubres algo que resulta que ya lleva tiempo intentado salir a la luz, pero en un momento dado, florece y llega a la gente. Me alegra que este método haya llegado a quién tiene que llegar, a familias preocupadas por una correcta evolución de sus hijos y a profesionales competentes que también procuran avanzar para mejorar en su trabajo.
Así descubrí la metodología Pikler-Loczy, la cual me termina de convencer de manos de una psicomotricista en uno de los cursos del CPR. Este es el libro que recomienda:

Pikler, Emmi (1985); Moverse en libertad. Desarrollo de la motricidad global. Madrid, Narcea.

Y estas ideas que siguen lo resumen bastante:

En una primera parte del libro Pikler señala contradicciones en los manuales de pediatras reconocidos de su época donde se exponen protocolos sobre cuáles son los estadios posturales habituales que los niños deben cumplir para un desarrollo óptimo y normal. La autora pone bajo cuestionamiento dichos protocolos ya que resultan difíciles de comparar al no haber acuerdos en los indicadores ni en los criterios posturales.

Asimismo, estas divergencias en los criterios del desarrollo motor dependen de las condiciones de educación de cada ámbito sociocultural y de cuáles son las oportunidades que se les ofrece al niño para ejercitarse y superarse.

Algunos de los cuestionamientos que plantea son: ¿En qué medida se halla el desarrollo motor del niño en función de la “enseñanza” del adulto? ¿Cómo se desarrolla sin esta acción docente? ¿Cómo y en qué medida este desarrollo se halla modificado por la intervención directa o indirecta del adulto?

De las ideologías que están a favor de que hay que “enseñarles” para conseguir las posturas óptimas, en qué secuencias y períodos según el protocolo de los estadios del desarrollo habitual, sus argumentos son:

Ayudarle a sentarse, a ponerlo de pie y a andar utilizando los recursos como sillitas, hamaca con resortes, cojines, tacatá, etc.

Esto estimula sus reflejos y le incita a andar, a mantenerse sentado, etc.

Colocarlo en la posición deseada y a partir de allí aprenderá los desplazamientos enseñados.
Primero ponerlo en posición y luego aprenderá a abandonarla y a hallarla por sí mismo (primero a andar ayudado por el adulto y luego a estar de pie sólo).


La autora comenta sobre las diversas consecuencias de estas intervenciones impuestas por el adulto:

Un niño enseñado a una determinada postura no investiga la variedad y riqueza de movimientos alternativos y de transición. Su musculatura no se ejercita en armonía según sus propias necesidades fisiológicas provocando crispación muscular, movimientos descoordinados y “torpes”.

Un niño colocado no puede deshacer la postura, permanece períodos largos en una postura fija y no puede investigar el espacio ni elegir un objeto que no esté a su alcance sino jugar con el que le ponen cerca sus cuidadores. Por lo tanto puede derivar en frustración y en una relación de dependencia con el adulto.

Al mantenerse en períodos largos significa que deja de desarrollar sus capacidades motoras finas ya que el niño está centrado en intentar sostenerse, mantener el equilibrio o en intentar salir de la posición no adquirida por sí mismo en vez de deshacerla cuando quiera para buscar sus juguetes.

Colocarlo en una posición boca abajo: dificulta o limita los movimientos de las manos, torso y cabeza. Por tanto desfavorece el reconocimiento del entorno y la manipulación.

Colocarlo sentado antes de tiempo: su madurez muscular no está preparada y sus manos pueden estar limitadas a auto-sostenerse, su cabeza se puede hundir en los hombros.
El adulto puede prohibir o cohibir las propias iniciativas de movimiento por considerarlas no apropiadas.


Por otra parte, Pikler postula que existe un desarrollo motor óptimo y natural sin la intervención directa del adulto si se ofrecen las condiciones adecuadas para que se desenvuelva.

Para la libertad del movimiento considera que se deben ofrecer las siguientes condiciones:

a) espacio suficientemente amplio y sin hacinamientos de niños por metro cuadrado

b) obstáculos que se identifiquen como dificultades accesibles a superar tales como escalones, mobiliario y con medidas de seguridad apropiados para que no sufran daños físicos.

c) vestimenta amplia y cómoda para moverse

d) objetos estimulantes para su edad y que el niño escoja el que le guste

e) suelo firme para que le permita apoyarse y desplazarse fácilmente

f) no influir directamente

g) no apresurar el progreso de su desarrollo (estadios y edades)

h) no prohibir ni cohibir las propias iniciativas motoras del niño


Es entonces que el rol de las nurses sería el de “darles la posibilidad de que el niño se mueva a su antojo sin poner en peligro su seguridad ni la de sus compañeros”, no coartar ni prohibirle las iniciativas de movimiento. Establecen una relación emocional satisfactoria acompañándole en sus logros y vigilando las situaciones inesperadas que no pueda superar autónomamente (p.e: intervenir cuando se le atasca un pie, etc.). Asimismo en las ocasiones en que el niño no se siente a gusto en sus nuevos intentos motóricos el cuidador le colocaría en una postura anterior, familiar al niño, para que continúe con su actividad (p.e: cuando el bebé se voltea boca abajo por primera vez y se disgusta y no es capaz de retornar a la posición dorsal).

El método Loczy favorece en el niño autoafirmación, autonomía de movimientos, iniciativa, autoconfianza, alegría en los logros, placer por la búsqueda e investigación, independencia para poder adquirir y deshacer la postura las veces que quiera sin imposición externa, se muestra activo. Asimismo ejercitará la musculatura y los movimientos apropiados de forma armoniosa además de una riqueza de movimientos alternativos y los de transición de una postura a otra.

Considera también que el pasaje de la adquisición de nuevas posturas se presenta en secuencias y períodos diferentes respecto al protocolo habitual ya que los niños pueden diferir en el tiempo de permanencia y abandono de posturas anteriores. Es decir, que un niño puede adelantarse a otro en adquirir la posición sentada pero puede permanecer largo tiempo antes de llegar a arrodillarse. Mientras que su compañero puede tardar más en sentarse pero menos en arrodillarse. Lo mismo ocurre en los tiempos de cada niño en abandonar posturas anteriores al adquirir las nuevas.

El orden cronológico sería el siguiente:

  1. de dorsal a costado
  2. vuelve tumbado hacia abajo
  3. de ventral a la dorsal
  4. repta
  5. gatea
  6. se sienta
  7. se arrodilla
  8. de pie
  9. primeros pasos 
  10. marcha estable
Leslie Kálmar Stokoe para la Asociación Española de Psicomotricistas (http://psicomot.hostoi.com/)



Aquí tenéis los fragmentos que se pueden leer de google books.



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